Por: Federico Meléndez Valdelamar
En el pretérito cercano era notorio el consenso que reflejaban tanto economistas como altos dignatarios de los gobiernos que se han sucedido en el poder, a la hora de responder del por qué del alza indiscriminada del combustible.
La respuesta fácil y la más cómoda era que el alza de la gasolina obedecía a los altos precios del barril de petróleo; una segunda lectura, era que se trataba de una tendencia mundial, en consecuencia nada se podía hacer y hasta allí llegaba todo el mundo.
En nuestros días, las argumentaciones esgrimidas han perdido vigencia, consistencia y valides, el crudo de barril de petróleo, ha vuelto a niveles muy por debajo de los cien dólares, pero el precio del galón de gasolina en Panamá, amenaza con subir, distribución que en nuestro país está en manos de un grupo de inescrupulosos negociantes que lo único que les interesa es engordar sus cuentas bancarias.
Para premiarlos, el gobierno de turno recurre el subsidio, medida que no compartimos toda vez que si no se toman acciones enérgicas éstos señores seguirán implementando sus agendas particulares; una forma eficaz y eficiente sería la eliminación del impuesto de importación para dejarlos sin coartadas.
Por otro lado lo que se teme decir es que vivimos inmersos en una economía capitalista, salvaje por antomasia, donde el mercado lo regula todo. Pero si esto así, por que la Unión Europea, el gobierno estadounidense y el Estado chino, son actores económicos más fuertes hoy; en China, el ejemplo más notorio, las empresas transnacionales "marchan al son que toca el Estado y no a la inversa" dijo en una ocasión Walden Bello.
Y Bello tiene razón, lo que ha pasado en Panamá, es que el pequeño istmo forma parte del concierto de naciones donde los mandatarios están seguros que apostando a formar parte de los TPC con los Estados Unidos, resolverán todos los problemas domésticos, el error es mucho más mayúsculo de lo que se piensa, si se continua con esta visión cajonera.
Para que esto de resultado se requiere de Estados fuertes, con agendas domésticas consensuadas y en Panamá todavía no hay acuerdos entre la clase política en cuanto a que educación queremos, como debe ser el sistema de salud, como se debe implementar la seguridad ciudadana y si de verdad la administración de justicia goza de autonomía.
No obstante, se sigue privilegiando un discurso basado en el rescate de viejas heridas en escenarios mediáticos, cuando lo que se debe analizar son las consecuencias de la estrategia de la administración Bush de promoción de una política de un dólar débil como forma de fomentar la recuperación y crecimiento de la economía estadounidense a costa de Europa y Japón y por supuesto de América Latina.
Creo, en consecuencia, que lo único que puede controlar las fuerzas del mercado es la puesta en práctica de políticas intervencionistas por parte del Estado y no las prescripciones neoliberales, las cuales se caracterizan por triplicar la pobreza, la desigualdad y la recesión.
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